Cómo hacer el salmorejo perfecto con un buen pan

Cómo hacer el salmorejo perfecto (y cómo acompañarlo con un buen pan)

agosto 5, 2025
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El salmorejo perfecto es una de esas recetas que parecen sencillas, pero en las que un pequeño detalle lo cambia todo. Con solo cinco ingredientes, es fácil pensar que cualquiera puede hacerlo… pero hacerlo bien, con textura sedosa, sabor perfecto y único, es otra cosa.

Hoy te enseñamos a hacer el salmorejo perfecto. Verás lo importante que es el pan y cómo usarlo para crear platos sanos, ricos y diferentes.

El pan: el alma silenciosa del salmorejo

Sí, el tomate es el ingrediente principal. Pero sin pan no hay salmorejo.

No hay textura. No hay cuerpo. No hay esa untuosidad que lo hace tan deseable.

Pero ojo: no sirve cualquier pan. La elección del pan es clave para que el resultado no sea aguado, grumoso o plano.

El pan: el alma silenciosa del salmorejo

  • Pan blanco de miga prieta, como una telera cordobesa, un pan candeal o un pan de obrador de corte clásico.
  • Nunca pan del día anterior ni seco. Tiene que estar tierno para integrarse bien con el tomate y no dar sabor rancio.
  • Evita panes integrales, con semillas, sabores intensos o exceso de acidez. El pan debe aportar textura, no quitarle sabor al salmorejo.

El tomate: sabor y color, juntos pero no revueltos

Uno de los errores más comunes es elegir un único tipo de tomate. Para un salmorejo redondo, la mezcla es clave:

  • Usa tomates de rama por su sabor.
  • Combínalos con tomates pera por su color y textura carnosa.

La proporción ideal ronda el kilo de tomates por cada 100 gramos de pan.

Y muy importante: nada de pelarlos. Si los trituras bien y pasas la mezcla por un colador fino, obtendrás una textura perfecta sin complicarte la vida.

Ajo, sal y aceite: con medida y con sentido

  • El ajo es fundamental, pero en su justa medida. Un diente pequeño, sin germen, es suficiente. No debe picar ni tapar el resto de sabores.
  • La sal, sin miedo, pero con cabeza. Añádela al principio para que se integre.
  • Y el aceite… aquí no hay debate: aceite de oliva virgen extra.

Su sabor y su capacidad para emulsionar dan al salmorejo esa textura cremosa que lo hace tan especial. Añádelo al final, en hilo fino, mientras bates.

La receta ideal del salmorejo perfecto

Ingredientes (4 raciones):

  • 1 kg de tomates (mezcla de rama y pera)
  • 100 g de pan de miga prieta (sin corteza, tierno)
  • 1 diente de ajo pequeño
  • 70 ml de aceite de oliva virgen extra
  • Sal al gusto

Tritura los tomates con el ajo y la sal. Añade el pan troceado y deja que se empape unos minutos. Vuelve a triturar hasta conseguir una mezcla fina.

Añade el aceite poco a poco mientras bates para emulsionar. Cuela si quieres un acabado más fino. Deja enfriar al menos una hora antes de servir.

Del plato a la rebanada: cómo servirlo con buen pan

El salmorejo no solo se sirve en cuenco. También puede untarse, acompañar o convertirse en la base de recetas rápidas, sanas y llenas de sabor.

Solo necesitas una buena rebanada de pan de calidad, el propio salmorejo… y un ingrediente extra que lo eleve.

Aquí te damos algunas ideas para transformar un plato clásico en una tapa o comida completa:

1. Pan, salmorejo, berenjena a la plancha y mozzarella fresca

Una opción suave y muy fresca. Puedes añadir albahaca fresca o un chorrito de aceite.

2. Pan, salmorejo y sardina ahumada

Sabrosa, rica en omega 3 y perfecta para una cena nutritiva y fácil de hacer.

3. Pan, salmorejo y matrimonio de anchoa y boquerón

Un bocado con carácter. El contraste ácido y salado encaja a la perfección con la untuosidad del salmorejo.

4. Pan, salmorejo, pepino marinado en vinagre de Módena y canónigos

Refrescante y original. Ideal como tapa fría o entrante vegetal.

5. Pan, salmorejo, huevo cocido y jamón ibérico

El clásico cordobés, sin fallos. Elige un pan con cuerpo, que no se reblandezca al primer bocado.

Consejo final

El salmorejo es una de esas recetas que solo necesitan tres cosas: buen producto, buena técnica y cariño.

Si los ingredientes son buenos el resultado se nota. No solo en el plato, también en cada versión que crees con él.

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